Sentado
en mi butaca del Salón de Actos de la Facultad de Ciencias del Trabajo,
mientras que espero que comience la sesión del viernes, escucho el 'clac', 'clac', 'clac' de los pasos de la gente que va entrando. Han cambiado los zapatos, pero
el suelo que sustenta el entorno sigue igual.
Me encuentro asistiendo a las jornadas de emprendimiento.grinugr, de visitante diríamos,
sin más pretensiones que anotar ideas sobre algo tan atractivo como el emprendimiento y la creatividad, y sin
buscar certificación, pues esta edición me parece dirigida a un público más
acotado del que yo me veo algo desplazado. Pero no importa, se nos ha pedido una pequeña reflexión sobre la situación de
las universidades y allá voy con mi pequeña aportación.
Comenzaré diciendo, que a veces escucho al estudiante universitario quejarse del Currículo de
asignaturas y de lo poco que tienen que ver con la realidad que les rodea, de
lo aburridas que son las clases, de la ausencia de actividades prácticas que los
conecten con el mundo profesional, de la injusticia de las evaluaciones, y
sobretodo que la Universidad es una fábrica de parados. Y esto me sigue sonando igual que hace años:
clac, clac, clac…
En
esta misma sala, a metro y medio de mi cogote, hace unos días, una profesora se
quejaba de la sinrazón del Plan Bolonia:
-“Ahora
tengo más alumnado, más horas y menos sueldo, pero claro, hablar de Bolonia
suena guay”.
Clac,
clac, clac,… Distintos planes académicos pero con el mismo defecto de siempre, implantarse totalmente faltos de presupuesto y
de recursos, aplicando políticas de reducción de personal, sin promoción del
profesorado acreditado, ni entre profesorado contratado ni para acceder a
puestos de funcionario. Claramente los recortes de profesorado están impidiendo
la impartición de la docencia de acuerdo con el modelo de Bolonia.
En
el año 2011, como parte de un trabajo, hicimos un estudio, dirigido por la Dra.
Fiorini (Dra. en Psicología Clinica y Dra. en Psicología de la Creatividad) sobre clima laboral en la Facultad de Ciencias de la Educación. Usamos
el cuestionario Modelo ISTAS 21 simplificado.
Los
resultados indicaban que si bien un profesor/a gozaba de cierta autonomía en su
trabajo y de ayuda por parte de sus compañeros/as, el ritmo de este y la
sobrecarga de tareas, los situaba claramente en una zona roja de estrés
psicológico. En otra variable veíamos como la doble presencia trabajo-hogar (no
desconectar) era una constante entre los profesionales, y además, que la
inseguridad laboral los situaba también en una zona de estrés importante. Ahora
bien, todos/as se declaraban satisfechos o muy satisfechos con la profesión
elegida. ¡¡Chapeau!
Como pueden ver, sobre
cuatro líneas críticas he perfilado este breve apunte: la Administración, la sociedad, el profesorado y el alumnado. Y sobre estos cuatro elementos hay que actuar
conjuntamente para encontrar una solución, si es que la hay y si es que se quiere buscar:
-
Aumentando el paupérrimo presupuesto (en comparación con multitud de
universidades europeas) que posibilite una dotación de profesorado y de medios
más que suficiente. No puede haber excelencia si no hay estabilidad laboral.
-
Fomentar el nuevo paradigma de enseñanza conectivista y abierta, de las culturas
digitales; y formando un “profesorado pull” que haga sus clases más atractivas,
participativas, invertidas y basadas aunque sea híbridamente en las nuevas tecnologías.
¡Ah!
Me dirán que no he referido nada a la problemática de la inversión en investigación
y desarrollo. ¡Y qué les voy a decir! Si este asunto suena y suena igual que
siempre: clac, clac, clac…
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